lunes, 14 de octubre de 2013

Diagnóstico fatal: Gleectus

El jueves pasado se emitió el tercer episodio de la quinta temporada de "Glee", cuyo título fue "The Quarterback"·y que rendía homenaje a la muerte de Cory Monteith, de la que ya hablamos en un post anterior. Quizás parezca inapropiado ponerse a rajar de la serie ahora, pero no quiero esperar a que termine, ya que como mínimo tendrá una sexta temporada, y además, como dije el miércoles pasado, debo estar pasando por una semana destroyer (será que no tenemos motivos: los recortes en sanidad y educación, el hambre en el tercer mundo, el agujero en la capa de ozono...), no me arrebatéis uno de los pocos placeres que me quedan en este mundo...



Su creador Ryan Murphy nos vendió duros a cuatro pesetas con esta serie. Parecía que iba a burlarse de ñoñerías como "High School Musical" o series de institutos como "Beverly Hills 902010", pero aparentemente queriéndose mofar de todas estas apestosas producciones para la televisión, terminó convirtiéndose en una de ellas. Cierto es que Murphy es muy hábil y nos presentó un interesante episodio piloto, e incluso podría llegar a arriesgarme a decir que una primera mid-season bastante decente (sus 13 primeros episodios). Con unos personajes conscientemente estereotipados (el quarterback guaperas y no muy listo; la cheerleader guapa y popular que, al igual que sus compañeras, siempre visten el uniforme de cheerios estén haciendo lo que estén haciendo; la negra gordita, la asiática tartamuda que sólo deja de tartamudear cuando canta, el paralítico, el gay, la empollona repelentilla y chillona...).

Al principio, algunos personajes tenían su gracia. Es el caso de la jefa de las animadoras (Sue Sylvester), una especie de comandante nazi que siempre va ataviada con un chándal Adidas, a la que le reservaban las mejores perlas del escaso guión:


¿Crees que esto es duro? Intenta ir a una audición para “Los vigilantes de la playa” y que te digan que van en otra dirección. ¡Eso es duro!

¿Crees que esto duro? Yo estoy echando un cálculo biliar en estos momentos. ¡Eso es duro!

Sue a una cheerleader embarazada: "¡Fuera de mi oficina! ... si consigues pasar por la puerta sin romper aguas sobre mi alfombra."

Sue que siempre está bebiendo combinados proteínicos para deportistas: "No he comido algo sólido desde 1987."
O los comentarios de Sue sobre el pelo de Will Schuester (el profesor que se encarga de dirigir el coro de Glee). "Acabo de perder el hilo de lo que estaba diciendo por culpa de la gran cantidad de margarina que llevas en el pelo."



También es el caso de la cheerleader Brittany S. Pierce (si dices su nombre rápido, suena como el de la gran cantante y gran voz, que pasó de ser una encantadora y virginal niña del Grupo de Mickey Mouse, a ser una señora gorda madre ya de dos niños en cuestión de segundos). Este personaje prácticamente no hablaba al principio, pero vieron su potencial de "rubia tonta" y le reservaron algunas joyitas (repito Murphy es un tramposo, pero tiene su gracia escribiendo...). Así de repente y sin que viniera a cuento, soltaba frases como: "A veces me olvido de mi apellido" o "Estoy bastante segura de que mi gato está leyendo mi diario" o "No sé como encender un ordenador".

O el caso de la consejera de orientación del instituto (Emma Pillsbury), que sufre de un trastorno que la convierte en una obsesa de la limpieza y la contaminación. Hablando de este personaje, aquí os dejo un vídeo de 20 segundos, que es sin duda el mejor momento de la serie:



Y después de cantar (nunca mejor dicho) las pocas glorias de la serie, comencemos con la destrucción. Todos conocemos las bases del musical: una trama prácticamente inexistente (en la mayor parte de los casos), una cierta ñoñería apestosa, unos personajes que, sin ningún motivo aparente, se ponen a cantar en lugar de hablar. Que conste que me encantan los musicales y que los disfruto, sólo hace falta conocer las normas del juego y dejarse llevar por las canciones. Lamentablemente, no es el caso de "Glee". Un producto destinado a vender CD's de las canciones que, con mayor o menor gracia, versionan los protagonistas y a promocionar una gira de conciertos que tuvo lugar por todo el territorio yanqui. Vamos, que "Glee" era como el producto ideal desde el punto de vista comercial, una máquina con el engranaje perfecto para hacer que sus productores ganaran dinero...

Al principio, la canciones aún tenían algún tipo de relación con la trama, pero al final parecía que la trama era una mera excusa para hacer numeritos de determinadas canciones. Así que la serie se convirtió en una especie de "talent show" musical, tipo Operación Triunfo, que merecería haber tenido la misma suerte que la última edición de este programa. No creo ni que el grupo de guionistas de Murphy conozcan conceptos básicos de la elaboración de un guión como son la línea argumental con sus tres partes (presentación, nudo y desenlace) ni el concepto desarrollo de personajes. Ves un episodio de "Glee" y tienes la sensación de que nada ha pasado realmente y de que ningún personaje ha evolucionado lo más mínimo. Me arriesgaría a decir que ves tres temporadas de "Glee" y sales con esa misma sensación. Yo creo que sólo los guionistas de la brillante "Los Simpson" saben sacar provecho de lo que significa cero continuidad en sus historias (incluso convirtiendo eso en una de la grandes gracias del show).


Eso sí, la serie sirvió para presentarnos a la nueva Reina del Grito. Sí, señores, la corona le ha sido arrebatada a la actriz Jamie Lee Curtis (quien merecidamente se la ganó tras la saga slasher de Halloween). Estamos hablando de Lea Michele, quien interpreta a la indecentemente insoportable Rachel Berry. Si vais a ver un episodio de la serie en el que este personaje tenga un solo musical, por favor os pido que bajéis el volumen de vuestro televisor/altavoz del ordenador. Su voz me produce el mismo efecto que el zumbido de una mosca cojonera. Aún no salgo de mi asombro por el hecho de que la nominaran al Emmy y al Golden Globe por poner caras de "estreñía" mientras hace los playbacks de las canciones que previamente ha grabado en un estudio. A veces creo que los miembros de la Academia podrían crear una especie de grupo de supervillanos llamado "La Liga de la Injusticia", pero cada vez me está quedando más claro que los miembros de la Academia tiene predilección por las actrices que sobreactúan, porque si no ¿a qué viene la candidatura a mejor actriz dramática de Kerry Washington por "Scandal"? Que se replanteen si Verónica Castro no debería haberlo ganado por "Los ricos también lloran"...

A veces "Glee" parece olvidarse de algunos de sus personajes. Eso resulta fácil en una serie coral como ésta, pero muchas otras series han parecido poder manejárselas bastante bien con un elenco coral (véase "Lost", una serie con muchísimos personajes, pero todos ellos muy bien dibujados y nunca olvidados). Esta afirmación hace que te surja otro gran interrogante: si a veces se olvidan de sus personajes ¿por qué nunca se olvidan de la existencia de Rachel Berry y así dan a la pobre audiencia un respiro? Por si el enorme número de personajes fuera poco, hacia la tercera temporada, la serie comenzó una especie de programa "talent show" llamado "The Glee Project" para seleccionar una nueva generación de "gleeks", y de ahí salieron unos nuevos estudiantes que no creo que haya ni un solo fan que recuerde el nombre de sus personajes...

La buena noticia es que, como no supone mucho tiempo elaborar el guión de "Glee" (dos líneas, canción, dos líneas más, canción que no tiene absolutamente nada que ver con la trama, pero que será un hit de ventas... y así sucesivamente hasta que se rellenan las 42 páginas de guión/42 minutos de episodio), Murphy ha tenido full time para dedicarse a su otra, mucho más interesante, serie "American Horror Story".


David



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