Càrnivale es una de esas series que se ha convertido en un mito a
pesar de haber quedado inacabada y miles de fans con el corazón roto
intentaron por todos los medios convencer a los productores para que la
continuaran.
El buzón de correo de la HBO se vió
colapsado al recibir más de 50.000 e-mails de seguidores en un solo fin
de semana rogando una tercera temporada y se crearon diversas
plataformas on-line de los fans, pero la cadena no lo consideró viable
dado el alto coste por episodio (más de 4 millones de dólares, aunque la
gran calidad del diseño de producción lo merecía), teniendo en cuenta
también el estancamiento de la audiencia.
Su creador
Daniel Knauf declaró que podría continuar en otra cadena, a pesar de que
la HBO tenía todos los derechos sobre la historia y los personajes,
pero rechazó hacer una película de tres horas para concluir la historia
(cosa que ocurrió en Firefly de Josh Whedon) con lo que se perdió la esperanza de cerrar las múltiples tramas que quedaron abiertas.
Para
quien le haya picado un poco la curiosidad, la serie trata de la lucha
entre el bien y el mal, entre Dios y el Diablo, entre el destino y el
libre albedrío, en un entorno ambientado en la gran depresión de los
años 30. Ben Hawkins (Nick Stahl, quien fue John Connor en Termiator 3 y Yellow Bastard en Sin City) es
un huérfano que se une a un grupo circense lleno de freaks, prostución y
magia buscando sentido a su vida y explicación a sus poderes curativos
que le aterran. Paralelamente, el Padre Justin (Clancy Brown), un
ferviente predicador comienza a tener visiones que oscurecerán su alma
hasta convertirse en el peor enemigo de Ben.
Aunque es una serie con una buena premisa y un argumento atractivo, le faltó "algo" a los personajes (que podríamos achacar al hecho de que no se pudieron desarrollar "como Dios manda", nunca mejor dicho) y que hoy en día cuenta más un personaje bien construido que una trama interesante (véase series como Mad Men o Six Feet Under). La apatía de Ben le hace ser un personaje no demasiado carismático, y el hecho de que no llegara a haber una historia romántica (como en un principio se pensaba) entre Ben y la tarotista Sofie (Clea DuVall) también nos deja con un mal sabor de boca a los que nos gusta que haya un poco de tensión sexual. El resto de personajes tenían también mucho potencial no explotado, pero démosle el beneficio de la duda a Knauf recalcando que no tuvo la oportunidad de crear buenos arcos de personaje.
En resumen, la prematura cancelación de la serie dejó demasiados frentes abiertos, por lo que
no llega a entenderse la globalidad de la historia. Sin embargo, el
propio Knauf dejó algunas pistas para los grandes fans que se quedaron
ávidos de un final en condiciones. No hubiera estado mal que a Knauf se
le hubiera ocurrido publicar un cómic explicando su elaborada historia,
pero claro, antes habría tenido que luchar contra la gran HBO para
recuperar los derechos, algo quizá más complicado que luchar contra el
propio Padre Justin.
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