lunes, 17 de febrero de 2014

El castillo de naipes

El pasado viernes dio comienzo la "carnicería" de Kevin Spacey y Robin Wright con la segunda temporada de "House of Cards", serie revelación del año pasado en canal on-line Netflix. Como sucedió con la temporada anterior, los 13 episodios de esta segunda fueron colgados en la red de un tirón, por lo que el ritmo de visionado lo marca uno mismo, no hay que esperar semanalmente a que se emita el siguiente episodio. Como ya informamos en el último Seriómetro, la serie ha sido renovada a una tercera temporada, incluso antes de que se colgara esta nueva tanda de episodios en la red; supongo que su reconocimiento en los premios y las favorables críticas que ha recibido por parte de la prensa especializada han tenido algo que ver en todo ello.


Durante la primera temporada, pudimos comenzar a ver cómo el matrimonio Underwood (Frank y Claire, Spacey y Wright, respectivamente) iban hurdiendo un maquiavélico entramado para ascender en la Casa Blanca. Para ello, son necesarios todo tipo de recursos: la extorsión, el chantaje, la manipulación e incluso el asesinato. El matrimonio Underwood es el mal en estado puro y no se parará ante nada ni ante nadie, no tiene ningún tipo de escrúpulos, ningún tipo de principios, pasan por encima de cualquier obstáculo que se les ponga delante, y poco a poco van colocando milimétricamente todas las piezas de su complicado castillo de naipes, con el fin de llegar a la carta más alta sin que su obra se desmorone por el camino hacia su implacable ascenso. Lo más inquietante de todo ello es que, como espectadores, vamos asistiendo a este imparable proceso como si estuviéramos viendo un documental del National Geographic, en el que observáramos a cámara lenta cómo una Boa constrictor, con su atractiva coloración, siempre en solitario y siempre por la noche, prepara una emboscada a su presa para luego acabar matándola por constricción hasta estrangularla completamente.


El rostro del mal en esta serie tiene dos caras. Por un lado, la de un "sospechoso habitual", Kevin Spacey, interpretando a Frank Underwood (o Francis, como sólo le llama su esposa, con un tono de los más escalofriante). En mi opinión, éste es el personaje más terrorífico de la carrera de Spacey, mucho más que su Keyser Söze de "Sospechosos habituales" o que su John Doe de "Se7en". Spacey nos lo sirve con una elegancia, una mirada y una voz inquietantemente irónicas, como de alguien que se ha estudiado el manual del arte de la manipulación página por página, convirtiéndose en un ser que podría convencernos de que nos voláramos la tapa de los sesos con sólo unas pocas palabras.

Es una persona ambiciosa, culta, experimentada, que conoce todos los mecanismos de la personalidad humana a la perfección y que por ello puede conseguir lo que quiera de las personas, siempre en beneficio propio, parece que no sea capaz de sentir empatía o compasión por nadie. Su arma más letal es su inteligencia. Me encanta cada vez Frank rompe la cuarta pared de la pantalla y se gira hacia la cámara para comentarnos con sorna y sarcasmo lo fácil que es manipular a la gente, a veces nos comenta que lo que acaba de decirle a alguien es todo una sarta de mentiras o simplemente se nos queda mirando, intentando que los espectadores nos convirtamos en cómplices de su maquiavélico plan. De hecho, es sólo en estos momentos en los que se dirige a la cámara cuando vemos al verdadero Frank, sus verdaderas intenciones, pero también su vulnerabilidad. SPOILER: En los primeros segundos de la serie Frank mata a un perro, luego se dirige hacia la cámara y dice "No tengo paciencia para las cosas inútiles." Esto ya sirvió para marcar perfectamente el tono de la serie. Ya he hablado en alguna ocasión de la horrible sensación que la muerte de un animal o de niño provoca en los espectadores. A nivel audiovisual, ya estamos preparados para prácticamete todo, menos para eso.



Pero, Frank no sería el que es sin su esposa, Claire Underwood (maravillosamente interpretada por Robin Wright, quien recientemente ha ganado el Golden Globe a Mejor Actriz Dramática por este papel). Claire es como una gata depredadora, se mueve elegantemente, sale a correr por las noches, largos paseos durante los cuales planea, hurde, trama. Al principio de la serie, parece un personaje más inocente, más vulnerable, que vive a la sombra de su marido, pero Claire es mucho más que todo eso, Claire es la otra cara del miedo, de una belleza abrumadora y una elegancia deslumbrante, pero igualmente voraz, despiadada, infalible, la gran mujer que hay detrás de todo gran hombre. Digamos que la princesa Buttercup de "La princesa prometida" se ha convertido en una reina malvada que hace que Cersei Lannister parezca Bambi a su lado.




Juntos son como Glenn Close y John Malkovich en "Las amistades peligrosas", una pareja de nobles, cuyo mayor poder no es su estatus social, sino unas mentes pensantes que son capaces de cualquier cosa, más allá de lo que un ser humano corriente sería capaz de imaginar. Sus escenas cuando se reencuentran a altas horas de la madrugada en su casa junto a la ventana, compartiendo un cigarrillo, cruzándose pocas pero punzantes palabras, forjando nuevos planes para conquistar el poder, resultan totalmente perturbadoras. Forman un tándem perfecto, sabiendo qué pieza del tablero de ajedrez han de mover en cada momento para terminar tumbando al Rey. Es un matrimonio peligroso, con una relación casi enfermiza, a veces tienes las sensación de que se quieren, otras de que se detestan, pero siempre te das cuenta de que se comprenden a la perfección, porque ambos comparten un mismo propósito: llegar a conquistar el trono del poder. Está claro que Frank quiere llegar a ser el Presidente de los Estados Unidos y Claire su Primera Dama y para ello destruirán a quien haga falta, sin ningún tipo de remordimiento, sin mirar atrás, sin contemplar las vidas que han destruído durante ese cruel camino hacia el poder absoluto.


Se trata pues de una compleja intriga política con constantes giros de guión y con muchos personajes (es de esas series que te hacen preguntarte constantemente ¿Y este quién era?). Sus diálogos tienen la mala leche que es de esperar de un drama de estas características, parecen diálogos escritos por Aaron Sorkin, aunque en este caso no lo son, pero está claro que beben de su influencia, porque son rápidos, concisos y están repletos de inteligentes dobles intenciones. Está claro que Sorkin ha comenzado a crear escuela. Dejo algunas muestras para que podáis ver lo bien escrita que está:

"Así es como se devora a una ballena. Mordisco a mordisco."

"Lo que ansía un mártir más que nada en el mundo es una espada sobre la que caer, por lo que lo mejor es afilar la cuchilla y sostenerla en el ángulo correcto."

"Los amigos son los peores enemigos".

"Hay dos tipos de vicepresidentes: los que son como felpudos y los matadores. ¿Cuál creéis que tengo la intención de ser?"

Sólo he podido ver los tres primeros episodios de esta segunda temporada durante el fin de semana, pero por lo que he podido observar, esta segunda tanda llega pisando fuerte. Sin ir más lejos en el primer episodio hay un momento WTF! de esos que te dejan con la boca abierta y que te hacen pensar que en los planes de los Underwood no existen los límites, son tiburones y devoran cualquier presa, dejando un rastro de sangre por el camino, que de momento sólo los espectadores somos capaces de ver.

Let the butchery begin!

  

David

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